Sin duda alguna todos hemos pensado alguna vez que tener el dinero en el banco sin obtener rentabilidad es una tontería, que no merece la pena tener los ahorros en una cuenta. Por ello, buscamos formas de inversión para sacarle partido a esos ahorros con el fin de mantener su valor adquisitivo.
Y aquí es donde aparece la pregunta: ¿invertir en vivienda o invertir en bolsa?
Analicemos bien los dos casos:
Comprar una casa para después obtener una rentabilidad con su venta o alquiler es una opción válida para generar un rendimiento a largo plazo con tus ahorros. Pero invertir en ladrillo no es garantía de beneficios, ya que la vivienda no siempre tiene por qué valer más: al invertir en vivienda no se tiene la seguridad de recuperar lo invertido, ya que puede ser que en el momento de la venta los precios estén más bajos. También puede pasar que no se pueda vender cuando se quiera: la liquidez de este tipo de inversiones es bastante imprevisible.
Además, el caso del alquiler conlleva una serie de responsabilidades paralelas y una incertidumbre añadida: por la búsqueda de inquilinos, por el precio que se acuerde con ellos, por la posibilidad de impagos, daños en la vivienda, necesidad de reformas y por la devaluación que va a sufrir la vivienda...
Otro tema que hay que valorar es la fiscalidad: los ingresos que se reciban como alquiler tributan en el IRPF en la base general y no en la de ahorro, al considerarse un rendimiento de capital inmobiliario. Eso supone que se unen al resto de ingresos que se imputan en la base general, tributando a un tipo que puede ser superior al tipo al que tributa el ahorro.
Por otro lado, a los ingresos derivados de los alquileres se les puede deducir en el IRPF algunos gastos (diferentes impuestos locales, gastos de reparación…), lo que puede mejorar su tratamiento.
Y por último habrá que tener en cuenta también los impactos que puedan generarse con la aprobación de la nueva Ley de Vivienda que, por un lado, incluye medidas para fomentar el acceso a viviendas de alquiler por parte de los inquilinos y, por otra, introduce limitaciones, especialmente para los casos de grandes propietarios.
Invertir en el mercado bursátil puede dar vértigo, sobre todo porque no todo el mundo tiene conocimientos sobre el mundo financiero.
Lo mismo que en la inversión en inmuebles, invertir en bolsa también supone riesgo. Por esto hay que analizar tanto ese como otros factores como la fiscalidad y la liquidez.
En cuanto a este primer factor, a priori la inversión en bolsa puede ser más líquida: la venta de una casa puede postergarse en el tiempo, mientras que la compraventa de acciones se realiza de manera inmediata y en el caso de los fondos de inversión, dependiendo de sus cláusulas de contratación, los reembolsos pueden hacerse con una demora de apenas unos días.
A favor de la inversión en valores o fondos es que no hacen falta cantidades muy grandes: para comprar una casa hacen falta mayores importes, de hecho, por eso casi siempre nos endeudamos. Y añade la ventaja de poder diversificar: no toda la inversión tiene que ir a un mismo sitio, como en la vivienda sino que se puede dividir y así aumentar las posibilidades de éxito y rentabilidad. Por ejemplo, los fondos de inversión pueden ser una buena forma de diversificación, ya que permiten invertir desde cantidades muy bajas y están gestionados por expertos.
Y en cuanto a la fiscalidad, invertir en el mercado bursátil también tiene una serie de impuestos, pero en el IRPF se integran los rendimientos o plusvalías en la parte de la base de ahorro, tributando los primeros 6.000 euros al 19%.
En conclusión y como hemos dicho, cualquier inversión tiene sus riesgos, por ello hay que tener en cuenta otros factores que te pueden ayudar a decidir en qué invertir.
De cualquier manera, lo mejor es asesorarse por profesionales y elegir bien en cuanto a la situación del mercado en ese momento y de tus capacidades de inversión.