¿Te gusta correr y estás pensando en dar un paso más? Hazlo con un entrenamiento planificado para enfrentarte a una prueba 10K.
A la hora de dar el salto del running para principiantes a un entrenamiento estructurado, apunta esta distancia: 10 kilómetros. Es una longitud que te va a requerir constancia y preparación, pero al mismo tiempo sigue siendo asequible para cada corredor, cualquiera que sea su nivel.
Si no te atreves con una media maratón, pero la 5K se te queda pequeña, apuesta por una 10K. ¿Por qué? Porque vas a mejorar tu resistencia, tu disciplina y tu planificación. Además, aprenderás a gestionar mejor los entrenamientos y tu esfuerzo. Y, una vez completada, no te parecerá descabellado ir a por distancias mayores.
Si tienes 12 semanas para entrenar, esta meta está cada vez más cerca. ¿Te animas? ¡Sigue leyendo!
Entrenar para un 10k implica una transformación interior y exterior que seguro que comprobarás. Los beneficios van más allá del rendimiento:
Para comprobar si estás listo físicamente, hay señales que te pueden orientar. Entre ellas están si puedes resistir 8 kilómetros, si el ritmo que llevas es estable, si no tienes problemas para mantener la constancia o si tu recuperación es la adecuada.
En este apartado entra en juego tu capacidad para seguir motivado, si puedes poner el foco en tu propio esfuerzo o si eres capaz de mantener la concentración.
Es una pregunta que todo runner se debe hacer. Si se te acumulan las lesiones, si te asola el estrés o si sientes que la fatiga no te abandona, quizás sea el momento de dar un paso atrás.
Se trata de equilibrar el volumen de entrenamiento con los periodos de descanso para que tu rendimiento sea el adecuado. Un consejo: ¡consulta a un especialista!
Puedes combinar diferentes tipos de sesiones:
Es clave que seas capaz de integrar fuerza, movilidad y descanso activo para mejorar el rendimiento y, además, para evitar lesiones.
Hay factores fundamentales más allá del propio entrenamiento, como tu alimentación, cómo te hidratas o si das tiempo a la recuperación.
Ignorar el dolor, las señales de fatiga o caer en el sobreentrenamiento son recetas seguras para el abandono.
Atrévete a vencer tus propios medios, deja la comodidad en casa y olvídate de tu zona de confort. Frente a los miedos que te surjan, ten claro tu objetivo, que es sacar lo mejor de ti mismo. En los días previos, repasa todo lo que harás el día de la prueba, desde que te levantas hasta después de cruzar la meta.
El día de la carrera, recuerda llevar previsto tu plan para correr un 10K. Empieza con un ritmo cómodo, mentalízate para aguantar a mitad de distancia y, a medida que te acerques hacia el final, ¡trata de incrementar el esfuerzo!
La nutrición es clave. Desayuna un par de horas antes de la prueba con carbohidratos, alimentos sin grasas y algo de proteínas. Por ejemplo, avena, un plátano y un yogur. Para la carrera, opta por geles energéticos y bebe agua en pequeños sorbos sin pasarte.
Si has dosificado antes el esfuerzo, en la parte final te puedes permitir el lujo de aumentar el ritmo. Si vas más justo, una opción es que te vayas poniendo metas más cortas, como puntos kilométricos o elementos que te sirvan de referencia.
Porque al terminar la carrera empieza la última fase, que es también muy importante. Tras cruzar la meta, recuerda caminar unos minutos más y llevar a cabo estiramientos ligeros. Hidrátate e ingiere más carbohidratos y proteínas. Y, al día siguiente, lleva a cabo un entrenamiento suave para terminar de recuperar.
El último paso es que analices todo el proceso para saber qué has hecho bien y qué es lo que no ha salido como preveías. ¡Aprender de tu experiencia es fundamental para que la próxima sea mejor aún!
Llegados a este punto, es el momento de que te plantees qué hacer ahora: ¿otro 10K, te animas con una media maratón o simplemente intentas mejorar tu marca personal?
Correr un 10K no es solo alcanzar una meta, sino descubrir de lo que eres capaz. Este viaje va más allá de terminar una carrera: te transforma, te exige y te recompensa. Si estás listo para el reto, prepárate con inteligencia, escúchate y disfruta del proceso. La meta te espera… y tú ya estás más cerca de cruzarla.