La nieve blanca y pulcra invade los paisajes de montaña cada invierno. El blanco manto nos regala estampas de cuento pero pocos saben su origen y características. Hoy abordamos cómo se forma la nieve, qué temperatura y condiciones necesita para crearse y los tipos de nieve existentes.
La nieve se define como una precipitación sólida. Son cristales de hielo diminutos con temperaturas por debajo de los 0°C. Estos cristales se crean en la atmósfera mediante la absorción de gotitas de agua y, cuando colisionan, se unen entre sí y forman los copos de nieve. Si se unen muchos cristales, se volverán lo suficientemente pesados como para caer al suelo debido a la gravedad existente en la Tierra y es entonces cuando decimos que está nevando.
Los copos de nieve miden aproximadamente un centímetro y pueden tener numerosas formas. Pueden tener aspecto de prisma, de placas hexagonales o las míticas estrellas que dibujamos siempre que queremos representar un copo de nieve.
Para que se forme la nieve se tienen que dar dos condiciones imprescindibles: bajas temperaturas y una humedad relativa concreta en la atmósfera. Si no se dan estas dos situaciones no se produce la nieve. De hecho, existen zonas de fríos extremos, pero con climas secos, en las que jamás nieva. Por ejemplo, los Valles Secos de la Antártida, donde hay hielo, pero no nieve.
Existe el mito de que siempre son necesarias temperaturas negativas para que nieve, pero no es así. La precipitación cae en forma de nieve cuando la temperatura del aire es inferior a 2°C.
De hecho, en España, las nevadas más fuertes suelen tener lugar cuando la temperatura del aire está entre 0°C y 2°C.
Si la temperatura está por encima de los 2°C, el copo de nieve se derretirá y caerá como aguanieve o lluvia, en lugar de nieve.
El tamaño y la composición de un copo de nieve dependen de cuántos cristales de hielo se agrupen para formarlo. Esto vendrá determinado por la temperatura y la humedad relativa del aire. Los copos de nieve que caen a través del aire seco y frío serán copos pequeños y polvorientos que no se adhieren entre sí. Esta nieve 'seca' es ideal para los deportes de nieve, pero tiene más probabilidad de ser desplazada por el viento.
Sin embargo, cuando la temperatura es ligeramente superior a los 0°C, los copos de nieve se derriten por los bordes y se unen unos con otros para convertirse en copos grandes y pesados. Esto crea nieve "húmeda" que se adhiere fácilmente y es ideal para hacer muñecos de nieve.
Cuando subas a las montañas nevadas, encontrarás diferentes tipos de nieve en función principalmente de la altitud, la exposición, la temperatura, la humedad, el viento y la orografía. Los diferentes tipos de nieve afectan directamente a tu forma de esquiar. No es lo mismo esquiar en nieve recién caída que en nieve polvo o en nieve helada. A continuación, hablaremos de algunos tipos de nieve:
La nieve polvo es, sin lugar a dudas, la más codiciada por la mayoria de los esquiadores. Es la nieve recién caída, ligera, fría y bastante seca que permite sentir una agradable sensación de flotación. Una sensación sin igual que normalmente no está al alcance de los principiantes. Esquiar en nieve virgen y profunda requerirá experiencia y técnica, pero asegura momentos inolvidables con los familiares y amigos. Siempre deberemos prestar atención de no salir de las pistas marcadas, dado que la nieve polvo puede esconder y camuflar desde rocas hasta grandes socavones.
Este tipo de nieve se da cuando las moléculas de agua situadas en la parte más superficial del manto nivoso se congelan y forman una capa sólida. Se crea una ‘corteza’ de nieve superficial que si es blanda y fina podrás atravesarla sin dificultad pero que, si es gruesa, hará más compleja la evolución con esquís o raquetas de nieve.
El aguanieve o nieve primavera es básicamente nieve que ha comenzado a derretirse y, por lo tanto, se vuelve más húmeda. No es la nieve más agradable para esquiar, pero tampoco es el fin del mundo. Si te vas de vacaciones al final de la temporada, en Semana Santa por ejemplo, es probable que te encuentres este tipo de nieve.
Como curiosidad, es muy difícil que encuentres hielo real en las pistas de esquí. Lo que sí te encuentras y, denominamos mal, es nieve que se ha derretido y congelado muchas veces. A este fenómeno se le denomina nieve compactada helada y, por seguridad, es recomendable evitar esquiar o deslizarse en este tipo de superficies.
También conocida como nieve artificial o nieve producida, es la que fabrican las estaciones de esquí por medio de cañones cuando no nieva de forma natural. La nieve de cañón es más densa debido a la forma esférica de los copos, pero es posible producir nieve de diferentes calidades. Cuanto más frío y menos humedad, mayor será la calidad de la nieve producida. Se trata de una tecnología que no cesa de mejorar y consigue ofrecer una calidad de nieve extraordinaria que poco tiene que envidiar a la nieve natural.
La tecnología verde forma parte del ADN de las estaciones de esquí de Aragón, facilitando la presencia de nieve gracias a los modernos sistemas de innivación que poseen las seis estaciones de esquí alpino en seis destinos de la geografía aragonesa: Cerler, Formigal-Panticosa, Javalambre, Valdelinares, Astún y Candanchú.
Todas las estaciones disponen de cañones de nieve o innivadores capaces de producir el “oro blanco” con agua y aire presurizado, proyectando nieve al exterior a baja temperatura.
Gracias a los avanzados sistemas de compresión de aire, los anemómetros, las sondas de temperatura y la higrometría, el cañón imita a la naturaleza generando nieve.
Los más de 1.500 cañones de nieve repartidos en las estaciones de esquí de Aragón te aportarán un extra de garantías, facilitando que tus vacaciones de esquí sean una experiencia única e inolvidable, independientemente de los caprichos de la meteorología.