Pasarlo bien no tiene precio… pero irte de festival sí. Gestionar tu dinero puede ser más fácil de lo que crees con estos consejos.
Si algo no puede faltar en verano, es mantenerse al tanto de posibles planes que hagan de esos meses los mejores del año. Una muy buena opción son los festivales. Y no importa si eres más de playa o de montaña, de rock o de reguetón. Los hay para todos los gustos.
¿Quieres llenar tu agenda con las mejores alternativas musicales? Te damos algunos consejos para aprender a gestionar tu dinero y que tu mayor preocupación sea disfrutar al máximo de la experiencia.
El primer paso para determinar el presupuesto es identificar de cuánto dinero dispones. Esto te va a permitir saber lo que puedes gastarte sin estar con el agua al cuello.
H3: Principales gastos que debes tener en cuenta
Los festivales implican ciertos gastos fijos que son difíciles de reducir. Así que sé consciente de dónde te vas a dejar el dinero:
• Entrada. Depende de si coges entrada de día o bono completo. Por lo general, aunque hay diferentes precios, la media de los bonos está en unos 100 euros. Pero, si optas por uno de los grandes festivales, pueden incluso superar los 200 euros.
• Transporte. Si vas a desplazarte en transporte público, las cuentas son claras: el billete de tren o autobús. En el caso de que te muevas en coche, considera el gasto en gasolina y el posible ticket de aparcamiento, aunque siempre será menor si vas en grupo.
• Alojamiento. Una tienda de campaña en el propio recinto, una habitación de hostal u hotel, un apartamento… Baraja todas las opciones porque la factura puede variar mucho.
• Comida y bebida. Parece obvio, pero es un gasto imprescindible y todo suma, especialmente si te vas de festival varios días. Calcúlalo de antemano.
• Extras y merchandising. Recuerda que también es posible que acabes cayendo en comprar ropa, accesorios o recuerdos del evento.
Como siempre es mejor prevenir que curar, ten en cuenta también posibles contratiempos. Y, si al final no se producen, mucho mejor.
• Pérdidas o robos. En lugares tan multitudinarios es habitual tener descuidos. Te lo habrán repetido ya muchas veces, pero… ¡Vigila tus pertenencias! Intenta llevar encima solo lo justo y necesario.
• Mal tiempo. ¿Has sido muy optimista a la hora de prepararte el equipaje? A veces, los “por si acaso” pueden sacarte de un apuro y te evitan comprar ropa de abrigo o un impermeable a última hora.
• Costes médicos. Un pequeño incidente lo tiene cualquiera. Un malestar inoportuno, una caída desafortunada, una quemadura solar… Cuídate, equípate bien y protégete del sol.
Una vez te hayas concienciado de lo que supone económicamente irse de festival, ya puedes presupuestar la experiencia.
Esto es fundamental para que evites disgustos y puedas prever cuánto dinero vas a necesitar. Si no es la primera vez que reservas un festival, aquí va un consejo práctico: revisa lo que te gastaste en otras ediciones y súmale un 10% de margen.
Clasificar tus gastos en categorías te facilitará llevar un orden. No tienes que ser experto de Excel, puedes usar papel y boli o instalar alguna aplicación para ello en tu móvil.
Cada vez es más frecuente en eventos masivos usar pulseras cashless para pagar. Es un método muy cómodo que agiliza las colas, pero también puede hacer que pierdas la cuenta de lo que gastas. Una solución es usarla como una tarjeta prepago en la que cargar solo la cantidad oportuna. Si te sobra saldo, puedes pedir el reembolso.
Algunos pequeños gestos pueden marcar la diferente en el presupuesto final. Por ejemplo:
• Compra la entrada con antelación en la medida de lo posible. Las primeras tandas suelen ser a precios más bajos. Trata de aprovechar las ofertas o prueba suerte en sorteos y, sobre todo, evita la reventa.
• Lleva comida y bebida cuando esté permitido. Suele ser más barato comer y beber fuera del recinto, así que intenta hacerlo cuando tengas ocasión.
• No tires el vaso. Ya has asumido este gasto extra en la primera consumición, ¡no lo desperdicies! Reutilízalo y paga solo por lo que bebes. Cuando ya no lo necesites, solicita la devolución del depósito o fianza. Aunque, como suelen estar personalizados con la imagen del festival, también puede ser un buen recuerdo y probablemente más económico que otro tipo de merchandising.
No te olvides de ellos:
• Carné Joven. Infórmate de todos sus descuentos y ventajas, seguro que alguna encaja con tus planes.
• Verano Joven. Si tienes entre 18 y 30 años, benefíciate de descuentos de hasta el 90% en viajes en transporte público por el territorio nacional.
• Bono Cultural Joven. Es para aquellos que cumplan 18 este año e incluye la posibilidad de gastar parte de la ayuda en entradas para festivales. ¡Un gasto menos!
Si tu verano se basa en “cuantos más festivales, mejor”, combina los eventos más grandes con otras propuestas menos masivas pero que también incluyen artistas interesantes. Además, decantándote por aquellos que se celebran cerca de casa, podrás ahorrar en transporte o incluso en alojamiento. Seguro que encuentras alguna propuesta que merezca la pena. Por ejemplo, ¿conocías el Calatafest de Calatayud, el Divino de Cariñena o el MUWI de Logroño?
Es tan sencillo como abrir con antelación una cuenta metas, a la que ir aportando una cantidad fija cada mes, un porcentaje de lo que ingreses o el redondeo de tus compras. Además, algunas están remuneradas y puedes llevarte un extra según lo que consigas ahorrar. Así, casi sin darte cuenta, llegarás a la fecha del festival con el dinero que necesitas.
Mientras estés en el festival, puedes ponerte límites de gasto o apagarla en caso de pérdida y que así nadie pueda usarla.
Aunque creas que el año que viene recordarás cuánto has gastado ahora, no suele ser así. Por eso, registra bien cada movimiento. Si sueles ir de festival en las mismas fechas, con la aplicación de tu banco, podrás comprobar cuánto gastas cada vez y clasificar tus gastos por categoría.
Guarda tus aprendizajes, apunta qué funcionó y qué no y prepárate para seguir disfrutando.
Ahora ya tienes una idea más clara de cómo organizar tus gastos en festivales para que deje de ser un quebradero de cabeza. Ya solo te queda pasarlo bien, que afortunadamente no tiene precio.