PSD2 son las siglas con las que se conoce a la segunda Directiva (UE) 2015/2366, de 25 de noviembre, de servicios de pago. Esta directiva es la que recoge el marco normativo que se aplica a los pagos electrónicos que se realizan en Europa y su objetivo es crear un mercado único europeo de pagos integrado que sea eficiente y seguro y que, además, mejore la competencia, la innovación y la protección del consumidor.
PSD2 establece más controles en el momento de hacer el pago de una compra online, con el objetivo de asegurar que el pago lo está haciendo el titular de la tarjeta con la que se está pagando. Para eso, se introduce la “autentificación reforzada”: una doble verificación a realizar en el momento del pago.
Cada entidad emisora de tarjetas elige cómo realizar esa doble verificación: en el momento de hacer el pago por internet, el proceso pedirá dos datos que tienen que ser de alguno de los siguientes tipos:
Así, para hacer el pago, hace falta algo más que le mera tenencia física de la tarjeta: los datos que van a pedir no están impresos en la misma.
No, podremos seguir pagando las compras exactamente igual que hasta ahora. Únicamente deberemos tener a mano el móvil en el momento de hacer la compra, porque para algunas de ellas (en función del importe, del comercio...) nos puede llegar un código por SMS y tendremos poco tiempo para introducirlo. Y, si tenemos banca digital, tenemos que recordar cuáles son nuestras claves, especialmente si no la usamos a menudo.
Seguramente, en los últimos meses la entidad emisora de la tarjeta nos habrá recordado que tenemos que informarles del número de nuestro teléfono móvil: si el banco o financiera no tienen ese dato o no lo tienen actualizado, no vamos a poder recibir el SMS con el código y nos podemos quedar sin poder pagar la compra.
Si no nos lo han recordado, conviene comprobar con nuestra entidad que tienen ese dato. Normalmente se puede hacer esa comprobación en la banca digital, pero, si no es así, podemos llamar a nuestro banco o preguntar en nuestra oficina con la que trabajemos habitualmente.
Es posible que, en el momento de introducir estos datos al pagar, nos preocupe pensar que estamos dando información bancaria relevante y que podría ser objeto de un fraude. En este sentido, podemos estar tranquilos siempre que:
Por eso, si a partir de ahora cuando compremos en internet nos piden alguna clave y un código, tenemos que estar tranquilos porque no es más que la forma que tiene nuestra tarjeta de asegurarse de que somos nosotros.