Saber elaborar un presupuesto permitirá a tu hijo equilibrar ingresos y gastos. Se trata de una herramienta básica para su educación financiera: le ayudará a organizar sus finanzas y empezar a ahorrar. La cuestión es cómo hacerlo.
Muchos niños se inician en el manejo de las finanzas a una edad temprana con la paga o las propinas familiares, que suelen destinar a sus primeros caprichos. Probablemente, a medida que vayan creciendo, también lo harán sus gastos. Antes de que te des cuenta, pasarán de los cromos a los skins de su videojuego favorito o de una merienda especial contigo a salir con sus amigos.
Por ello, es importante que empiecen a adquirir cuanto antes conceptos más complejos, en línea con lo que recomiendan los organismos internacionales para reforzar los conocimientos financieros en los jóvenes. Necesitan equilibrar ingresos y gastos.
Una buena iniciativa es enseñarle a tu hijo a elaborar un presupuesto para niños, una herramienta que de manera sencilla le puede transmitir valores como el ahorro, la inversión y el pensamiento a largo plazo, que le serán muy útiles cuando sean adulto.
Lo primero que debemos transmitir bien a los niños y adolescentes es qué queremos decir: en qué consiste un presupuesto. Y hay dos significados distintos para explicar a qué nos referimos, ambos adecuados según el caso:
En definitiva, un presupuesto se elabora para que el menor pueda saber de cuánto dinero va a disponer y consecuentemente cuánto va a poder gastar en algo concreto en un periodo determinado. Y no hay que olvidar que debe ser consciente de que tener dinero cuesta esfuerzo, no es algo gratuito.
El objetivo último es que tu hijo aprenda a estructurar su día a día y que el presupuesto le enseñe a ahorrar.
Lo más importante antes de ayudar a tu hijo a elaborar un presupuesto infantil es que se pare a pensar cuáles son los ingresos con los que puede contar y cuáles los gastos más habituales que va a asumir. Lo recomendable es acompañarle plasmando las cifras y los conceptos por escrito, sobre un papel o una pizarra.
A partir de aquí, puede establecer categorías de ingresos y categorías de gastos, de manera que simplifique la contabilidad posterior.
Por ejemplo, en el apartado de ingresos puede diferenciar entre lo que recibe de forma frecuente, como la paga semanal, y lo que le llega de manera menos regular, como propinas de otros familiares, habitualmente en momentos concretos, como su cumpleaños, Navidades y otras fiestas. Si tiene edad para trabajar, también podrá incluir sus primeros salarios. Y, en el apartado de gastos, puede contemplar el dinero destinado al cine o a revistas en la categoría “Ocio” y el gasto en comer fuera con sus amigos en la categoría “Alimentación”. De esta forma, posteriormente podrá comprobar en un vistazo cuál es el concepto en el que más dinero desembolsa.
En la edad adulta, habitualmente tenemos ingresos limitados (como el salario o un alquiler) y gastos habituales (como la hipoteca o la compra semanal. Sin embargo, tu hijo puede tener ingresos fijos pero no desembolsos obligatorios.
En ese contexto, es importante transmitirle esa diferenciación que se va a encontrar en la vida, entre unos deseos que puede satisfacer o no y unas necesidades que obligatoriamente ha de cubrir. Ese es uno de los puntos en los que ponen énfasis los programas de educación financiera para niños.
Con un presupuesto, el menor tiene la oportunidad de identificar de manera clara cuáles son esos gastos que va a tener que acometer sí o sí, cuáles se pueden fraccionar o cuáles pueden esperar a un momento financiero más oportuno.
¡Ah! Y es necesario dejarle claro que cumplirá con el presupuesto cuando los ingresos y los gastos sean iguales, o la cifra de ingresos supere a la de gastos. Así comienza el concepto del ahorro.
Hay trucos que pueden ayudar a tu hijo a cumplir con el presupuesto marcado y, al mismo tiempo, le sirven para refrescar conceptos que estudia en el colegio. De esta forma, será consciente de la utilidad de ese aprendizaje en la escuela.
Por ejemplo, el adolescente tiene la posibilidad de, una vez establecido el horizonte de ingresos para un periodo determinado, averiguar cuál es el gasto medio que tendrá que asumir en periodos más cortos de tiempo.
Como muestra, si prevé recibir 60 euros cada mes, debe ser capaz de llegar a la conclusión mediante el uso de la media aritmética de que, de manera orientativa, el desembolso que tiene que efectuar cada semana es de 15 euros. Si una semana gasta más, en la siguiente deberá gastar menos, y viceversa.
Otra idea que puede ayudarle es que le expliques que, ante gastos elevados, puede optar por reservar una parte de sus ingresos e ir acumulando remanentes hasta tener la cantidad que necesita.
El plazo de tiempo que puede contemplarse en un presupuesto para niños depende de cuáles son sus necesidades y también de cuándo surgen. El horizonte temporal puede ser cualquiera, puedes empezar por un presupuesto anual o de 6 meses. Otra opción es hacer un presupuesto para el curso escolar y otro para los meses de vacaciones. Cuál elegir depende de cada familia.
Si te decantas por hacer con tu hijo un presupuesto anual, puedes dividirlo por meses y revisar con él si es viable. Tendrá que incluir ingresos como la paga o dinero que reciba por su cumpleaños y gastos como el ocio y compras que desee hacer. Si es consciente de lo que valen algunos caprichos, quizá se lo piense mejor antes que destinar una parte importante de sus ingresos.
Una vez tu hijo tenga sus números claros, recuerda la importancia de continuar con el acompañamiento. Enseñar a tu hijo en qué consiste el presupuesto y elaborar con él de antemano estas cuentas es solo llegar a la mitad del camino: para completar el viaje, tendrás que ir junto a él, resolviendo sus dudas y comprobando que va cumpliendo hitos y objetivos.