Ahorrar también es posible si eres joven, solo tienes que aprender a hacerlo. Te contamos cómo establecer tus metas financieras y planificar tu ahorro. Cuanto antes empieces, mejor.
Quizá no te hayas dado cuenta aún, pero pensar en tus finanzas te renta. Hacerlo es clave para tomar decisiones acertadas. Cuanto antes adquieras conocimientos sobre ahorro o inversión, antes empezarás a ganar independencia financiera y a evitar errores que, con el tiempo, podrían salirte caros.
En este artículo te mostramos cómo ahorrar siendo joven, qué metas financieras puedes marcarte y cómo empezar a perseguirlas.
Las metas financieras son objetivos concretos que te marcas para conseguir un bienestar financiero a corto, a medio o a largo plazo. Dibujan el camino que debes seguir, te ayudan a ser más eficiente en tus gastos y te permiten tomar mejores decisiones.
En este contexto, es clave que diferencies entre tus deseos y tus objetivos; los primeros son más incontrolables e impredecibles, mientras que los segundos se pueden estructurar, gestionar y medir.
Las metas financieras pueden ser muy variadas y entre ellas puedes incluir tu formación, vivir por tu cuenta, un colchón de ahorro para gastos imprevistos, o incluso, aunque te parezca algo muy muy lejano, planificar tu ahorro pensando en el futuro, en cómo quieres vivir cuando seas más mayor. Pero empecemos por el principio.
Una vez pasados los 18 años, tu independencia es mayor y es probable que empieces a afrontar los primeros gastos importantes de tu vida. Tus necesidades de los 20 a los 30 años -y también tus deseos- requieren cierta cantidad de dinero. Aquí tienes algunos ejemplos:
Conseguirlos será más fácil si tienes un plan y te organizas para ir ahorrando poco a poco.
A medida que vas cumpliendo años, los objetivos son más ambiciosos porque también las responsabilidades aumentan. Ahora tu dinero podría ser para:
Quizá algunas de estas metas te suenen muy lejanas, pero aún puedes pensar más a largo plazo y empezar a ahorrar para tu jubilación. Sí, has leído bien. Porque los expertos recomiendan planificar ese momento desde que se empieza a trabajar. Puedes comenzar con aportaciones pequeñas: 30 o 50 euros al mes ya marcan la diferencia con el paso del tiempo.
Para alcanzar tus metas financieras, necesitas organizarte y tener un presupuesto te será de gran ayuda. Para hacerlo, puedes seguir estos pasos:
Es una cuestión que depende de cada persona, ya que va ligada a los ingresos o las cargas financieras que tengas. Una buena forma de empezar a ahorrar es destinar un porcentaje de tus ingresos mensuales al ahorro. Por ejemplo, un 10% o un 20%.
Si aún vives con tus padres, puedes destinar un importe mayor al ahorro que te permita alcanzar antes tus objetivos, ya que no tienes que afrontar aún los gastos que supone independizarte, como el alquiler, una hipoteca y los gastos habituales de tener tu propia casa.
Una buena herramienta a la hora de reservar un porcentaje del sueldo para ahorrar es configurar transferencias automáticas desde tu cuenta corriente a otra de ahorros o de inversión en cuanto recibas tu sueldo al principio de mes. Es una manera de automatizar el ahorro, de manera que lo asumas como un hábito más y evites la tentación de gastártelo.
Todos los bancos tienen aplicaciones que permiten hacerlo o productos como una cuenta metas. Con esta cuenta, puedes elegir una meta concreta que quieres conseguir y establecer las cuotas que necesitas y en qué fecha tienes pensado terminar. Tienes la posibilidad además de configurar reglas para ir guardando poco a poco dinero hasta lograr tu objetivo.
Cuanto antes empieces a ahorrar, mejor. Y quédate con un concepto clave para hacer crecer tus ahorros: el interés compuesto y su efecto multiplicador.
El interés compuesto es el interés que se suma al capital inicial. Los bancos suelen ofrecer diferentes productos que te dan intereses por tu dinero, como las cuentas remuneradas o los depósitos a plazo fijo. Si reinviertes los intereses, seguirás obteniendo rendimientos sobre el capital inicial y, además, también sobre los intereses que vas acumulando. Es lo que se conoce como efecto bola de nieve.
Por ejemplo, si inviertes 500 euros con un interés anual del 5%, obtendrás 25 euros de interés al cabo de un año. Si esa ganancia la reinviertes, los intereses se calcularán sobre 525 euros, por lo que tus ahorros se incrementarán más. Si, además, haces aportaciones periódicas, aunque sean pequeñas, al final podrías ahorrar más de lo que piensas.
También podrías obtener ganancias a través de otros productos, como los fondos de inversión, donde el efecto de la reinversión puede ser aún mayor. La principal razón es que hasta que no decidas reembolsar, no tributarás por las ganancias generadas en tu declaración de la renta, aplicándose retención fiscal solo en el momento del reembolso. Además, también puedes realizar un traspaso entre fondos sin necesidad de reembolsar el capital invertido. Si estás pensando en invertir, lo más aconsejable es dejarte asesorar por un experto que te recomiende inversiones en función de tu perfil de riesgo y tus objetivos.
Ahora ya puedes establecer tus metas financieras y empezar a planificar tu ahorro.